Caso clínico:
Doña virtudes es un paciente hipercrítica
y suspicaz con el equipo sanitario.
Todo el personal sanitario que la trataba
la consideraba insoportable.
La insistencia de la paciente en recibir
atención sanitaria a domicilio sin necesidad es lo que acabó por romper la
relación, llevando al médico a plantear un cambio de médico a la paciente, a lo
que esta contestó: “no quiero cambiarme de médico, estoy bien con usted, lo que
quiero es que me envíe al hospital para que me encuentren lo que tengo”
Este es el caso que dejamos pendiente de
resolver en la entrada anterior.
No encontramos ante una paciente con una
alta frecuentación a la consulta, un carácter difícil y una relación
médico-paciente deteriorada por las demandas
continuas y no resueltas de la paciente.
Desde el punto de vista de los valores en
conflicto podemos destacar:
-autonomía: el ejercicio de
la profesión sanitaria entendido desde las demandas del paciente y su capacidad
para ser él quien decida la conducta a seguir. Esto no implica que el médico se
vea obligado a realizar procedimientos que vayan en contra de la lex artis (es
decir de los conocimientos científicos vigentes en el momento de la actuación).
Además habría que analizar si la paciente es competente para ser ella quien
tome las decisiones sobre su salud, ya que debería ser capaz de comprender la
información que se le transmita y en base a ella tomar una decisión argumentada
sobre sus preferencias de tratamiento.
-deber de no abandono: este
no es uno de los principios clásicos de la bioética pero si uno de los valores
fundamentales en la
Atención Primaria, ya que en muchas ocasiones nosotros somos
el último recurso de este tipo de pacientes antes de la exclusión social
completa y una dejación en nuestras funciones (aunque parezca estar
completamente justificado) tiene graves consecuencias en su salud.
-relación médico-paciente: valor
fundamental (aunque casi podríamos llamarlo tesoro) del que disponemos en la AP a la hora de tratar a nuestros
pacientes. Es la base sobre la que se asienta nuestro trabajo de años con los
pacientes, permitiendo que estos lleguen a confiar en nuestros juicios por
encima del de nuestros compañeros de otras especialidades aunque nuestros
pronunciamientos sean contrarios en alguna ocasión
Por tanto y en base a lo comentado hasta
ahora y una vez descartada la existencia de alguna patología asociada que
justifique a atención, ¿cual debe ser nuestra actitud en este caso? Como ya
hemos comentado debemos huir de los cursos de acción mas extremos, que en este
caso podrían ser enviar a la paciente a urgencias ante cada demanda no
justificada que realice o bien solicitar por nuestra parte un cambio de médico
para esta paciente, pasando así el problema a otro compañero. Si olvidamos
estas dos opciones, ¿existe algún camino intermedio?
-Profundizar en las demandas ocultas: en la mayoría de casos como estos lo
que nos encontramos es ante una situación de demandas ocultas o conflictos no
verbalizados. Debemos hablar con la paciente e intentar averiguar su situación
familiar, conocer el motivo de sus continuas llamadas de atención.
Habitualmente si a las personas se les concede la oportunidad de hablar acaban
expresando sus preocupaciones o problemas. En ocasiones es un conflicto
familiar y son llamadas de atención, en otras ocasiones es debido a una mala
relación médico-paciente por un conflicto no resuelto en el pasado y que se ha
enquistado dañando la relación.
-Buscar ayuda de servicios sociales
para estudiar dinámica familiar o proporcionar recursos que puedan ayudar
a disminuir la s demandas de la paciente.
-Establecer programa de visitas
pactado con la paciente, con más tiempo por visita ya que serán programadas y
no "urgentes", que disminuya las visitas a demanda, ya que la
paciente al saber que su médico o enfermera acudirán a visitarla en los
próximos días o semanas y le dedicaran más tiempo en muchos casos preferirá
esperar a esa visita como esta demostrado en múltiples estudios sobre
programas de atención domiciliaria.
Estos son algunos de los posibles cursos de acción
intermedios que podríamos llevar a cabo y que seguro que nos proporcionarían
mejores resultados que nuestra actitud más habitual.
Y recordar finalmente la importancia de
no poner "etiquetas" a los pacientes.