viernes, 26 de noviembre de 2021

Esto de la jubilación

 

Hay colegas médicos que esto de la jubilación les parece una maldición, y de hecho la aplazan todo lo que pueden. A mí por el contrario me parece una auténtica bendición, en el sentido de “cosa excelente o muy beneficiosa” como define el diccionario de la RAE. A quien me pregunta qué se siente cuando se está jubilado le contesto que es como estar de vacaciones pero sin fecha para volver al trabajo y sin el agobio que provocaba el ver que se iban acabando.

Al igual que hay gente que tiene argumentos para tener hijos y gente que tiene argumentos para no tenerlos, tengo la sensación que en la jubilación pasa lo mismo.

Yo, por supuesto, respeto a los que no les importa morir con las botas puestas, en acto de servicio, porque no siempre es por vanidad, por no perder el estatus, o por pundonor profesional, pero pienso que la vida es algo más que la profesión.

Una compañera del grupo me recomendó el libro “Quan em jubilaré” de Tobies Tribaldos, catedrático de Filosofía de la Universitat de València, en cuya contraportada podemos leer: “Tobies Grimaltos nos cuenta en primera persona, de forma coloquial y cercana, cómo se imagina que será su día a día cuando se jubile, momento que tiene muy cerca en el tiempo. El autor reúne una recopilación de reflexiones personales sobre aquellos aspectos de su vida que cambiarán para siempre: ¿a qué se dedicará?, ¿qué echará de menos?, ¿podrá hacer todo lo que siempre ha deseado pero que ha ido aplazando por razones de trabajo?A través de estas reflexiones, daremos un paseo por el paisaje de València, por la época universitaria del autor, por su vida cotidiana y por los viajes que ha hecho... En definitiva, un balance de lo que ha vivido y un relato para afrontar el futuro en positivo, una declaración de intenciones en toda regla sobre cómo encarar un momento vital que nos llega a todos. Porque la jubilación puede ser un nuevo comienzo...

En el libro, entre un prólogo y un epílogo se describen 25 capítulos que van desde el dedicado a Leer y escribir al de Viajes, pasando por otros como la Vida social, Almorzar o Bricolaje, que te acercan a lo que cualquiera de nosotros nos podemos dedicar en nuestra jubilación.

Este libro me ha parecido muy interesante y recomendable y me ha servido de inspiración para la elaboración de esta entrada.

En él nos orienta en la necesidad de prepararnos para la jubilación. En mi caso conforme iba acercándose la fecha de mi jubilación, fui aprendiendo a decir que no y me fui librando de compromisos y tareas que desempeñaba desde hacía años.  Decidí, por ejemplo, dejar el Comité de Bioética Asistencial de mi departamento al jubilarme, aunque en  él seguían varios compañeros jubilados y me pidieron que continuara. Luego me enteré que en otros departamentos, por ejemplo en el de La Fe, cuando te jubilas ya no puedes seguir en el comité.

Pienso que hay unos condicionantes claves que pueden condicionar la decisión de aceptar la fecha de jubilación o aplazarla, a saber: las características de tu puesto de trabajo, cómo te encuentres de salud y cuáles son tus necesidades económicas.

No todos los puestos de trabajo de médico tienen la misma carga, puede depender de la especialidad, de la presión asistencial y del ambiente laboral. Durante todo mi ejercicio profesional he disfrutado de mi trabajo y me he sentido orgulloso de ser médico de familia, sintiéndome muy útil para la sociedad,  y tener la confianza de mis pacientes, pero no es menos cierto que las condiciones de trabajo, sin hablar de la pandemia,  se han ido deteriorando con el tiempo, que los recortes presupuestarios y el abandono de la atención primaria han hecho mella en el ejercicio profesional.

Tu estado de salud física y mental también puede condicionar que sigas trabajando. El paso de los años hace que se vayan acumulando problemas de salud que hacen que la resistencia que se teníamos a los 30 o 40 años no sea la misma, y sabemos que, por lo general, estos problemas se irán agravando y que se le irán añadiendo nuevas teclas.

En cuanto a las necesidades económicas, hay que saber que la pensión de jubilación puede reducir tus ingresos entre un tercio y la mitad de lo que ganabas trabajando, aunque es verdad que una vez jubilado, se puede disminuir los gastos, ya no tienes que usar el coche particular para trabajar, como era mi caso, ahora dispones del BONO ORO de la EMT, del abono de METROVALENCIA, que facilitan la movilidad, de la Tarjeta del Major de la Generalitat Valenciana, con la que se pueden obtener descuentos, de una importante reducción de la cuota del Colegio de Médicos, si quieres seguir colegiado. Por otra parte, al disponer de más tiempo, y si quieres alcanzar un objetivo de ejercicio, por ejemplo andar más de 10.000 pasos al día, puedes recorrer diferentes supermercados descubriendo las llamativas “ofertas reclamo”,  o los productos “próximo fin fecha de consumo” que se pueden consumir con toda tranquilidad y que representan de un 30 a un 50 % de ahorro. He descubierto dos App, Phenix y ToGoodToGo que con una finalidad de evitar el desperdicio de la comida, ofrecen diferentes tipos de establecimientos (restaurantes, excedentes de desayunos de hotel,  puestos de frutas y verduras de mercados, panaderías, etc.) y adquieres alimentos por la tercera parte de su precio habitual.

Uno no se jubila para no hacer nada, sino para hacer infinidad de cosas deseadas que tu actividad laboral te impedía llevar a cabo, como hacer ejercicio, escuchar música, ver películas en el cine, cocinar por el placer de hacerlo, etc. Eso sí, sin presiones externas, que se note que la jubilación nos hace más libres.

Otra tarea para mi jubilación era mejorar mi nivel de valenciano, de hecho aún no me atrevo a utilizarlo para escribir, en este sentido también me ha servido el libro.

El otro día amaneció un día magnífico, soleado y se me ocurrió, que para esto estoy jubilado,  coger el metro e ir hasta el final sur de la Línea 1, hasta Villanueva de Castellón, donde no había estado nunca. Da la casualidad que Tobies Tribaldos es de allí, de Castelló (Ribera Alta) como indica en su libro, pues más casualidad todavía, me encontré por la calle al autor del libro, que ya está jubilado y nos hicimos esta foto. Tras un formidable almuerzo me volví a València con la sensación de haber aprovechado y disfrutado de la mañana.

Ahora, cuando ya llevo más de un año jubilado y a pesar de las limitaciones por la pandemia, puedo apreciar los cambios para bien que me hacen la vida más agradable. En ocasiones son pequeñas cosas del día a día, por ejemplo, cuando antes me cruzaba con un vecino, temía que me diera conversación porque por lo general siempre iba deprisa mirando el reloj y no me podía entretener, ahora soy yo el que doy conversación y disfruto de los encuentros. Otro ejemplo, antes cuando me despertaba por la noche y me desvelaba, ya no me podía dormir pensando en las malas condiciones en la que iba a pasar consulta al día siguiente, ahora si me despierto pienso, ya dormiré mañana y con esa tranquilidad sigo durmiendo.

Tengo la sensación de que mientras trabajaba vivía acelerado, como a cámara rápida, sin tiempo siquiera de reflexionar un momento sobre lo acontecido en la consulta con un determinado paciente. De vez en cuando te surge un pensamiento que parece tener su origen en esas vivencias que se quedaron a mitad por falta de tiempo.

Ahora, con más tiempo, te das cuenta de la importancia de aceptar la vida tal y como es, del nacimiento a la muerte, aprovechando las diferentes etapas de la vida y disfrutando de lo bueno de cada una de ellas. Me viene a la cabeza aquél que decía “piensa que un día nos vamos a morir” y el otro le contesta “cierto, pero los otros días, no”.

Y esto en definitiva es la jubilación, te libera el tiempo que antes dedicabas al trabajo y lo puedes dedicar a algo que te resulta más interesante y gratificante. Como dice un amigo “No sé de dónde sacaba el tiempo para trabajar”, o como escribe Tobies Trimaltos “Jo tinc massa feina com per a perdre el temps treballant”.

Estaba acabando de escribir esta entrada del blog en la confortabilidad de mi casa de pueblo cuando una vecina, que sabe que me he jubilado, me ha pedido que fuera a ver a su marido que no se encontraba bien. ¿Será que los médicos no nos jubilamos nunca?

Autor de la publicación: Víctor Suberviola, médico de familia jubilado.