Desde que se aprobara la Ley Orgánica de la Regulación de la
Eutanasia (LORE) el 18 de marzo de 2021, en la Comunidad Valenciana se han
recibido 19 solicitudes, de las cuales 14 han sido autorizadas, 10 realizadas,
2 no han podido llevarse a cabo al haber fallecido los pacientes y otras 2
están en proceso de efectuarse.
El pasado 24 de marzo tuvo lugar la VI Jornada de Bioética
del Departamento La Fe, en Valencia, un año después de la aprobación de la
LORE. Allí se reflexionó sobre lo que ha supuesto esta ley, se analizaron
aspectos legislativos, se habló de la importancia de tener registradas las
Voluntades Anticipadas, de la entrevista deliberativa, de los cuidados
paliativos, etc. Desde mi punto de vista no se pudo hablar mucho de
experiencias personales ya que en poco más de un año pocos profesionales hemos
recibido una petición de eutanasia. Y por mucho que conozcamos la LORE, hasta
que no llega una solicitud a nuestro centro de salud no somos conscientes de la
carga que conlleva, tanto a nivel administrativo como a nivel emocional.
Antonio (nombre ficticio), era un paciente de 44 años de
edad, diagnosticado de una enfermedad neurodegenerativa grave y confinado desde
hacía muchos años a una silla de ruedas por padecer de tetraparesia espástica,
ceguera, miocardiopatía dilatada, arritmias cardíacas y dolor crónico
neuropático.
Vivía en una vivienda adaptada a sus necesidades, en una
planta baja y al cuidado de su padre que se convirtió en su cuidador principal
en los últimos años. Tras el fallecimiento de éste, es un primo el que asumió
dicho papel. Convivía con él y lo cuidaba con cariño. Su única hermana, Elena,
lo supervisaba y se encargaba de las cuestiones económicas.
En mayo de 2017 Antonio registró ante notario el documento
de Instrucciones Previas, donde ya expresaba su deseo de que no se le
prolongara la vida y se le proporcionara un final digno con el máximo alivio
del dolor. También declaró su deseo de ser donante de órganos y residir en su
domicilio hasta el final de sus días, salvo que, si precisara una
incapacitación judicial, su tutora tomara otra decisión por ser menos gravosa
para todos.
En enero de 2018, y debido al empeoramiento de sus patologías,
se admite a trámite la demanda para declarar incapaz a Antonio y que su hermana
Elena se haga cargo de los aspectos bancarios. En junio de 2019 se aprueba y se
designa como tutora a Elena.
El 3 de septiembre entra en vigor la Ley 8/21 de 2 de junio,
por la que se reforma la legislación civil y procesal para el apoyo a las
personas con discapacidad en el ejercicio de su capacidad jurídica. En
noviembre del año 2021 se revisa la tutela y se acuerda que se deje sin efecto
la incapacitación, pero se autorice a Elena, su tutora, a continuar con las
gestiones bancarias.
El 21 de febrero Antonio acudió al centro de salud en su
silla de ruedas acompañado por su hermana. Cuando se aseguró de estar delante
de su médico, Vicente y en un ambiente tranquilo, le entregó una carpeta que
llevaba en sus manos, indicándole que la abriera y leyera en voz alta un
documento que se hallaba en su interior. Se trataba de la primera solicitud de
Prestación de ayuda a Morir (PAM) firmada con la huella dactilar de su dedo. Un
amigo se la había hecho llegar desde la asociación Derecho a Morir Dignamente.
Fue un momento conmovedor para todos. Elena desconocía la intención de la
visita y, aunque sorprendida, comprendió su deseo. Acabaron los tres llorando y
abrazados. En ese momento, su médico aceptó la solicitud y se convirtió así en
el Médico Responsable de la PAM.
Vicente, ya como médico responsable de Antonio nos hizo
partícipes a todo el equipo de facultativos de que había recibido una solicitud
de PAM. Todo el equipo se volcó, empatizamos con la situación y nos brindamos a
buscar información que pudiera ser útil sobre todo en la entrevista
deliberativa. La trabajadora social se ofreció a estar presente en todo el
proceso para apoyar a nuestro compañero.
El sistema se puso en marcha y comenzaron a contar los días.
Vicente tuvo que averiguar si Antonio estaba legalmente capacitado para
solicitar la PAM. Junto con la trabajadora social contactaron con el juzgado y
ante la urgencia de la situación rápidamente enviaron una copia con la última
revisión que se había realizado al respecto. Antonio era capaz, su hermana solo
lo tutelaba en los aspectos económicos. Cumplimentaron de nuevo la primera
solicitud de PAM, esta vez con la documentación de la Conselleria de Sanidad y
con la firma de su hermana Elena, ante la incapacidad física de Antonio.
El 4 de marzo tuvo lugar el primer Proceso Deliberativo.
Asistió también la trabajadora social realizando apoyo asistencial y se le
entregó al paciente toda la documentación correspondiente (modelos 3, 4 y 10)
con la firma correspondiente de la hermana del paciente.
El 8 de marzo, y transcurridos al menos 15 días, se cursó la
segunda solicitud de la PAM firmada por la hermana del paciente.
El 11 de marzo tuvo lugar la segunda entrevista deliberativa,
que volvió a contar con el apoyo de la trabajadora social y donde Antonio
manifestó su intención de continuar con el proceso y su hermana firmó el
consentimiento informado.
El 15 de marzo se registró el informe favorable del Médico
Consultor del servicio de Neurología.
El 22 de marzo se dictaminó la resolución favorable de la
Comisión de Garantía y Evaluación.
El 23 de marzo se le informó de que la PAM debía tener lugar
en ámbito hospitalario si Antonio quería ser donante de órganos. Aceptó, y su
hermana firmó por orden de éste el correspondiente documento de consentimiento.
Se le propusieron al paciente y a la familia distintas fechas, incluso un
domingo si les convenía por cuestiones laborales. Días después se acordó como
fecha para la realización de la PAM el lunes 4 de abril. Unos pocos días antes
se desplazó a su domicilio el equipo de la UHD para, siguiendo el protocolo de
donación de órganos, realizar la analítica preceptiva en el domicilio de
Antonio.
Y llegó el 4 de abril… Por la mañana, pronto Antonio llegó
al hospital acompañado por su hermana y su cuñado. Lo recibieron en el hall del
hospital su Médico Responsable, su enfermero y demás personalidades directivas
del hospital y del Departamento de Salud.
Su Médico Responsable iba indicándole en todo momento dónde se
encontraba.
-Antonio, ahora estamos esperando el ascensor que nos lleva
a la planta donde está tu habitación.
Hasta que llegaron a un pasillo donde al fondo se encontraba
la habitación que se le había reservado, cerca de los quirófanos. Estaba lo más
alejada de las otras habitaciones de la planta, buscando privacidad, con una
única cama y sillas para los familiares que Antonio había autorizado que
acudieran.
Y sería por los nervios, pero Antonio tenía sed y, tras el
permiso del anestesista, que se había acercado a presentarse, se le ofreció
algo para beber.
Al instante estaba la bebida preparada con una cubitera con
hielos. Vicente, su Médico Responsable entraba y salía de la habitación,
hablaba con la familia, con Antonio.
Y fueron pasando las horas, y llegó la información de qué órganos
de Antonio eran adecuados para donar: córneas, páncreas, hígado, riñones…
-Antonio, ¿sabes qué? Que como eres pequeñito, y tienes los riñones pequeños, van a servir a niños o adolescentes. ¡Vas a salvar la vida a dos niños!
- ¿De verdad, eso es cierto? Qué alegría me está dando, doctor.
A lo largo de la mañana tan solo se acercaron cinco o seis
personas que de forma explícita fueron avisadas para que pudieran despedirse de
Antonio, tal y como él quiso.
Y llegó el momento del traslado al quirófano. Allí, el
anestesista explicó de nuevo a Antonio, a Elena y a su marido, a su Médico
Responsable y a su enfermero el procedimiento para anestesiarlo. Una vez
dormido, Elena se despidió de su hermano con un beso en la frente y un pellizco
cariñoso en la mejilla.
Su médico responsable permaneció en la sala del quirófano,
siendo testigo de todo el proceso de donación en asistolia, hasta que llegó el
momento de administrar uno de los dos kits de medicación de la PAM que había
recogido en la farmacia del hospital esa misma mañana.
El fallecimiento tuvo lugar a las 17:27 horas e
inmediatamente entró en el quirófano el equipo de cirujanos de distintas
especialidades, enfermeras, etc., para iniciar la extracción de los órganos del
cuerpo de Antonio. No había tiempo que perder.
Mientras esto ocurría, Vicente registraba en una hoja de
evolución en ORION el éxitus de Antonio y más tarde firmó el certificado de
defunción por causas naturales. Había acompañado hasta el final a su paciente,
su trabajo ya estaba hecho.
Al día siguiente, mientras estaba en su consulta, recibió
una llamada del hospital. Era la psicóloga interesándose por su estado
emocional tras lo vivido la víspera. Le sorprendió el interés y a la vez le
gustó y lo agradeció.
-Me encuentro satisfecho, muy satisfecho por haber ayudado a
morir a un paciente y haber hecho lo correcto.
Esta es ahora mismo la experiencia más cercana que he tenido
acerca de la eutanasia. Resulta muy reconfortante comprobar que este proceso se
puede hacer bien y se está haciendo bien, con delicadeza y sensibilidad por
parte de la administración, formando todos los compañeros del centro parte del
equipo asistencial y colaborando con nuestras aportaciones en la medida que
somos capaces.
Ha sido una vivencia muy positiva tanto en lo personal como
en lo profesional. Me queda una sensación de satisfacción, el privilegio de
haber presenciado cómo, en un proceso tan íntimo y delicado, se ha actuado con
tanta profesionalidad y humanidad.
Dra. María Renales Toboso
MAP CS Serrería 1, Valencia.