Me gustaría en este momento recordar esa entrada de hace casi un año
titulada “La ilusión de los jóvenes”
Era una entrada basada en la esperanza, en que una generación
llegaba con ansias de aprender y aportar una nueva visión para
volver a llevar nuestra Medicina de Familia a aquellos años 80 en
los que parecía que el futuro era de nuestra especialidad.
Bien, después de unos meses puedo decir que ha sido la realidad la
que se ha impuesto y ha dado al traste con esas esperanzas.
Tras unos meses de intenso trabajo, de proyectos nuevos, de
actividades comunitarias, de interesantes historias personales con
muchos pacientes, la realidad de consultas sobrecargadas a pesar de
una gestión adecuada, de mucho papeleo y poco tiempo para dedicar a
las personas que realmente lo necesitan, ha impuesto su ley y ha
demostrado a estos jóvenes que el idealismo es muy bonito y esta muy
bien cuidarlo y mantenerlo a lo largo de la vida, pero que la
realidad de la Atención Primaria en España es otra.
Resultado: renuncia a la especialidad y ya que no puedo llegar a
realizarme desde el punto de vista humanista con la
Atención Primaria, me buscaré una especialidad que me ofrezca otro
tipo de”emociones”.
Y yo creo que ahí esta la clave, en fomentar y profundizar en el
desarrollo humanista y ético de nuestra especialidad.
Tenemos muchas ventajas sobre el resto, accesibilidad, continuidad en
los cuidados, acceso a los domicilios y la realidad social de los
pacientes, posibilidad de implicarnos en la población desde el punto
de vista comunitario pero por múltiples circunstancias la mayoría
de nosotros no las aprovechamos y eso nos hace ser unos médicos
vulgares, con poco que ofrecer a esas nuevas generaciones.
Un médico de familia que por cualquier motivo renuncia a su
desarrollo humanista en el ejercicio de su especialidad tiene poco
atractivo que ofrecer a los jóvenes. Salvamos pocas vidas con
acciones llenas de adrenalina (aunque muchas con un poco de educación
sanitaria), pocos pacientes nos consideran héroes (pero todos
acuden a consultarnos lo que esos héroes no les ha explicado).
En unos días llega una nueva generación. Volveremos a pelar por
mantener esa ilusión y que esta vez no se pierda por el camino. Hay
algunos que aún no hemos perdido el idealismo a pesar de los años y
seguimos confiando en que con el ejemplo y la ilusión al final lo
conseguiremos.
Creo que el problema no radica en la falta de alicientes de la Atención Primaria , sino mas bien en la falta de la capacidad de sacrificio de las nuevas generaciones, acostumbradas ha tener todos los derechos y pocas obligaciones .
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en ambas afirmaciones, pero también en que debemos cambiar algunas cosas para que esos atractivos de la Atención Primaria que muchos conocemos y disfrutamos sean visibles a las nuevas generaciones, comenzando por una mayor penetración en los programas formativos pre-grado.
ResponderEliminar¿Como puede ser que la supuesta base del sistema sanitario sea la especialidad con menos representación en las universidades?
A lo dicho por vosotros, añadiría: la medicina se ha convertido en un negocio, y como tal debe dar unos beneficios. El médico de familia, ha pasado a ser el último eslabón de una cadena, cuando debería ser el pilar básico , ya que es el que realmente conoce al paciente. Pero la falta de entusiasmo no solo proviene de las nuevas generaciones, existen también profesionales asentados en la rutina de su trabajo.
ResponderEliminarEs algo tan básico, pero hoy en día complicado, de retomar conceptos tan claro como los aceptados en el juramento hipocrático. La medicina es un arte, el arte de curar pero sobretodo de escuchar y acompañar; y a veces es muy difícil e incluso imposible
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