Os recomiendo el artículo
de Jesús Mosterín, filósofo, que ha publicado hoy El País
titulado “Una cita con la parca”. Nos cuenta cómo descubrió que
tenía un mesotelioma, cuándo había estado él en contacto con el
amianto, sus temores actuales y cómo desea morir.
Dice: “…Si yo
tuviera una entrevista con la parca, no le pediría la inmortalidad
ni la vida larguísima, sino que me dejase a mí decidir el momento
de la cita inevitable, comprometiéndome a no abusar de este derecho,
sino a invocarlo solo en el momento oportuno. La muerte que yo
preferiría sería el suicidio sereno y asistido. En Francia se
tramita ahora la ley para permitir algo tan elemental como que los
enfermos terminales puedan elegir ser dormidos hasta la muerte…”
He recordado que tenía
guardado otro artículo suyo, también de El País, pero de hace 10
años titulado “La buena Muerte” (descargar aqui y aqui). Os transcribo el principio que
me parece precioso:
“A pesar del mágico
encanto de la infancia y de la turbadora emoción de la pubertad, es
hermoso crecer, hacerse adulto, vivir en sazón y plenitud, sentirse
a gusto en la propia piel, usar la razón, pensar con lucidez,
ejercer la autonomía, tomar en nuestras manos las riendas de nuestra
propia vida. Nadie nos preguntó cómo nacer, pero quizá podamos
decidir cómo morir. Podemos ser autores de nuestra biografía,
podemos hacer que la película de nuestra vida acabe bien, a nuestro
gusto. No hay necesidad de rodear el trance de la muerte de terrores,
supersticiones y tabúes. También la muerte puede abordarse con
serenidad y racionalidad.
¡Ojala lo consigamos!
Vicenta Alborch
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