domingo, 27 de julio de 2014

Principios vs valores, principios = valores, principios + valores, principios < valores. ¿Cual es el planteamiento correcto?

Desde los inicios de la bioética, allá por mediados de los años 70, el eje fundamental sobre el que se articulaban la mayoría de los trabajos y teorías eran los cuatro principios fundamentales propuestos en el Informe Belmont

El desarrollo de este informe se debió a que la constante aparición de códigos éticos, fundamentalmente centrados en la investigación a lo largo del siglo XX tuvo muy poco éxito en su objetivo de conseguir una conducta ética por parte de investigadores y profesionales sanitarios en general. Los continuos avances tecnológicos y sociales ocurridos durante esos años hacían que cualquier código basado en la Deontología y los deberes, quedase obsoleto a los pocos años y por tanto incapaz de alcanzar sus objetivos (véase Código de Nuremberg, Declaraciones de la Asociación Médica Mundial, etc).

Debido a ese constante avance y al escándalo producido por el experimento Tuskegee se tomó la determinación, como ya comentábamos en el primer párrafo, de crear una comisión que emitió sus conclusiones en el Informe Belmont estableciendo unos principios básicos, aceptados por todos y que sirvieran  de base sobre la que articular de forma ética todos esos avances tecnológicos, dando lugar a la teoría principialista o al principialismo moderado de Diego Gracia.

Ya conocemos esos cuatro principios básicos ( beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía) y su posterior articulación por Diego Gracia en ética de mínimos ( no maleficencia y justicia) y ética de máximos (beneficencia y autonomía), base sobre la cual se han resuelto multitud de conflictos éticos desde su propuesta.

Esta ha sido la base de la bioética en España desde sus inicios, pero el propio Diego Gracia y muchos otros importantes autores, son cada vez más de la opinión que centrándonos únicamente en los principios nos dejamos fuera elementos muy importantes para el análisis y la resolución de problemas éticos. ¿En qué principio podemos englobar la dignidad humana, la relación médico-paciente, la familia, la confidencialidad, …? Son conceptos que tienen un valor en si mismos y por tanto deben ser tenidos en cuenta a la hora de analizar cualquier conflicto. Es por eso que en la actualidad cada vez hablamos más de valores en conflicto y menos de principios.

El basar las decisiones en los principios y las consecuencias es idóneo para las decisiones urgentes y la toma de decisiones rápidas propias de la medicina terciaria, para los grandes casos, aquellos que habitualmente llegan a la prensa . Sin embargo, estos principios son insuficientes cuando se trata de las enfermedades crónicas y de la medicina primaria, casos en los que el objetivo no es tanto el tratamiento de problemas puntuales, sino el trabajo a medio o largo plazo. El mundo de los valores tiene aquí mayor amplitud y complejidad que en el caso de la medicina terciaria, ya que ha de tener en cuenta no sólo los de un individuo, sino los de todo un contexto social e incluso, en el caso de las enfermedades crónicas, “tiene que ver muchas veces con la asunción por parte del paciente de nuevos criterios de valor” ya que la enfermedad pasará a ser parte de su vida, con todas sus limitaciones.

Este cambio de concepto busca una mayor “humanización” de la medicina poniendo el foco en que es lo que necesitan, en los objetivos de los diferentes agentes que intervienen en un acto sanitario y menos en que es lo más adecuado científicamente. Buscamos más la excelencia que la actuación correcta y para ello hemos de tener en cuenta que tanto el paciente como nosotros mismos somos algo más que seres vivos y que cada decisión que tomamos respecto a nuestra salud o a la de nuestros pacientes está influenciada por una serie de valores, tanto intrínsecos como extrínsecos que han de ser tenidos en cuenta en su totalidad y no “encorsetados” en cuatro principios básicos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario