En nuestra sociedad son muchas las personas y las familias que evitan hablar de la muerte, que lo consideran tabú.
En
mi experiencia asistencial he visto cómo esta actitud añade sufrimiento a un
hecho que tarde o temprano nos llegará a todos. Es obvio que de lo que no se
habla, de lo que se oculta, es más difícil que nos permita normalizar la muerte
como un fenómeno natural, consustancial a la vida.
Yo
personalmente tuve suerte, porque siendo un chaval, mi colegio organizó una
excursión a la Ermita de Cofrentes. Nos recibió el ermitaño que nos enseñó su
aposento, donde destacaba, colgado encima de un austero camastro, un ataúd de
madera que nos señaló serviría para acompañarlo en su último viaje cuando
muriera.
Como
durante la carrera de Medicina no me hablaron apenas de la muerte, salvo para
inculcarme que el deber del médico es luchar contra ella, no es raro que para
muchos de nosotros la muerte es un fracaso.
No
fue hasta después de bastantes años de ejercicio profesional, cuando tuve la
ocasión de hacer un curso de formación continuada de la EVES titulado “El proceso de morir”, impartido por
Javier Velasco, entonces psicólogo que trabajaba en el Hospital La Fe, y que
hoy es el presidente de la asociación DMD (Derecho a Morir Dignamente). De
aquel curso salí convencido de lo importante que era para nuestro trabajo acercarnos
al fenómeno de la muerte, al mismo tiempo que para ayudar a nuestros pacientes
a afrontar esta realidad.
En los últimos tiempos han caído en mis manos tres libros relacionados con estos temas que recomiendo.
1. “Hablar
de la muerte para vivir y morir mejor. Cómo evitar dolor y sufrimiento añadido
al final de la vida” de Montse Esquerda, pediatra y directora del Institut
Borja de Bioética. Con este acertado y explícito título, la autora analiza cómo
ha cambiado nuestra relación con la muerte a lo largo del tiempo, y qué
consecuencias tiene para los profesionales y la población el hecho de que
vivamos de espaldas a la muerte. También hace hincapié en que la medicina no se
puede centrar exclusivamente en curar, porque otra de sus metas contempla
facilitar una muerte en paz y paliar el sufrimiento que la acompaña.
2. “El
niño que se enfadó con la muerte. Claves para entender y acompañar en el viaje
definitivo” de Enric Benito, al que tengo la suerte de conocer
personalmente desde que lo invitamos a dar una conferencia en unas jornadas
sobre humanización que nuestro grupo organizó hace ya años. Narra su biografía
desde niño, cómo vivió la muerte de su abuelo, qué le motivó a estudiar, a
hacer medicina, a especializarse en oncología, y cuando estaba en lo más alto
de su carrera profesional tuvo una crisis existencial de la que salió
abandonando la oncología y reorientado su actividad hacia los cuidados
paliativos. Fue coordinador del grupo de espiritualidad de la Sociedad Española
de Cuidados paliativos, y en su obra transmite con la sabiduría que su práctica
de cuidar y acompañar a muchas personas al final de sus vidas le ha brindado,
la necesidad de acercarnos a esa experiencia para no tener miedo a la muerte y
contemplarla como un hecho normal.
3. “Cuando
el final se acerca. Cómo afrontar la muerte con sabiduría” de Kathryn
Mannix. La autora es una médica paliativista británica que al igual que Enric
Benito, previamente fue oncóloga. Este hecho me hace pensar que puede que a la
oncología le falte una visión de acompañamiento al final de la vida y
aceptación de la realidad inexcusable de la muerte. Nos relata unos testimonios
de su práctica asistencial que nos muestran diversas situaciones de final de
vida, pero todas ellas ilustrativas de
cómo afrontar bien la situación.
Solo
una objeción desde mi punto de vista a estos textos, en ninguno se relata un
caso de una eutanasia, y cuando aparece la posibilidad es para disuadir al
paciente de esa intención. Considero que la muerte por eutanasia es tan digna
como cualquier otra muerte acompañada con cuidados paliativos. Y que no hay
contradicción en estar a favor de la práctica de los cuidados paliativos de
calidad, por los equipos de atención primaria y los servicios especializados en
cuidados paliativos, y la prestación de ayuda médica para morir, cuando un
paciente libremente y cumpliendo con el resto de requisitos de la ley de
regulación de la eutanasia, lo precise.
Víctor J. Suberviola (Médico de Familia
jubilado)