El
día 30 de agosto falleció Oliver Sacks, neurólogo, investigador y
divulgador del funcionamiento de la mente humana. Sus muy novelas
logran interesar al lector y contribuyen a ponerse en la piel del
enfermo o de la persona con diferentes capacidades.
Ya
publicó Jesús García Ruiz Rozas una entrada en nuestra web el 16
de marzo cuando, en varios artículos, comunicaba su enfermedad
terminal, cáncer con metástasis y como afrontaba el final de su
vida. Escribió: “No
puedo fingir que no tengo miedo.
Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He
amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he
leído, y viajado, y pensado, y escrito.
He tenido relación con el mundo, la especial relación de los
escritores y los lectores.
Y, sobre
todo, he
sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta,
y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y una aventura.
En
El País (enlace) , Guillermo Altares decía tras su muerte:
“Su gran
aportación es haber acercado a millones de lectores en todo el mundo
a aquellos que la sociedad se empeña en tratar como diferentes y que
Sacks siempre consideró iguales. Nos ayudó, con textos
extraordinariamente entretenidos, a comprender la inmensa complejidad
de la mente humana y nos permitió atisbar la forma en que se
enfrentan al mundo todos aquellos que demasiadas veces preferimos
ignorar. "No quiero parecer sentimental ante la enfermedad. No
estoy diciendo que haya que ser ciego, autista o padecer el síndrome
de Tourette, en absoluto, pero en cada caso una identidad positiva ha
surgido tras algo calamitoso. A veces, la enfermedad nos puede
enseñar lo que tiene la vida de valioso y permitirnos vivirla más
intensamente".
En
fin ahí quedan sus libros, sus artículos. Sigamos leyéndolos
porque seguro que aprenderemos de ellos.
Vicenta
Alborch
Muchas gracias por tu entrada Vicenta, la verdad que una gran pérdida, pero como tu dices nos quedan sus obras, actualmente estoy leyendo " The man who mistook his wife for a hat"
ResponderEliminarOs sigo a pesar de las distancias.
Abrazos desde London. Sara